George Orwell: 1984

bigbrotherDespués de la lectura de 1984 (Destino, 2003), una novela de política-ficción, ya nada parece lo mismo. La imaginación, el desarrollo de la trama, los personajes principales, conforman un todo expansivo que desemboca en un análisis de la realidad actual, del mundo en que vivimos. No pocos aspectos de la novela podemos encontrar desarrollados hoy, aunque no sea con la acritud y la alienación o sometimiento con que nos los narra Orwell ; nadie diría que fue editada en ¡1949!.

En la novela se narra, guardando cierto paralelismo, en los capítulos finales, con el proceso de readaptación de Alex en La naranja mecánica, el intento de escapar al sistema opresivo del Gran Hermano (que en la novela podría bien ser un símbolo de la propaganda y no un ser vivo, aunque Orwell no lo aclara, y en cierta medida no es necesario hacerlo), que lo es todo, el líder, el dios, el juez supremo, de Winston Smith. En su intento de comprender lo que sucede a su alrededor, Winston conoce a Julia, otra persona que, al contrario que Winston, no desea huir del sistema, sino adaptar sus necesidades al mismo, buscando sus lugares de desahogo mientras aparenta una vida conforme y plena en el sistema totalitario.

La novela ofrece una descripción, en un mundo futuro, en un estado totalitario, de la vida de personas que han perdido toda su intimidad, su pensamiento y sentimiento, dominados y controlados bajo la vigilancia constante de la figura divina del “Gran Hermano”, que lo ve, lo escucha y lo sabe todo. Nadie puede escapar de su obligatoria tutela, ni siquiera Winston Smith, el protagonista de la novela.

Winston es un miembro del Partido Exterior que trabaja en el departamento de Registro del ministerio de la Verdad dedicándose a rescribir los documentos a favor del Partido. Está en contra de las ideas del mismo; cree que las cosas debieron ser diferentes pero nadie lo recuerda y desea volver a esa época que representa para él una salida a la vida que lleva.

Pasan pocos días cuando una camarada suya que trabaja en el departamento de novela (otra sección del Ministerio de la Verdad), le hace saber su amor y, a espaldas del Partido, surge entre ellos una relación. Winston alquila una habitación en una barrio “prole” y lo convierte en una especie de rincón privado que le da nuevas esperanzas. Meses después del comienzo de sus amores con Julia, la mujer, es allí donde se reúnen asiduamente aún arriesgándose a ser descubiertos.

Más tarde, contacta con O´Brien, un miembro del Partido interior, el cual creía que compartía su opinión. Es él el que hace creer en la existencia de la Hermandad (una especie de organización en contra del gobierno actual y que tan sólo es un rumor entre los “proles”, es decir, los proletarios) y en su integración en ella.

Una tarde, en la habitación del barrio bajo donde Winston y Julia se veían furtivamente, llega la policía, y se descubre una telepantalla debajo de un cuadro en la habitación. El hombre que se la había alquilado era miembro de la policía del Pensamiento, bajo un disfraz d eanticuaro “prole”. Habían seguido sus pasos desde hacía tiempo; conocían de su diario secreto, donde plasmaba sus ideas revolucionarias. Le encarcelan a él y a Julia llevándoles al ministerio del Amor. Allí le torturan tanto física como psicológicamente hasta que se rinde ante O´Brien (descubriendo que es allí donde trabaja) y ama realmente al “Gran Hermano”, habiendo traicionado a Julia y desterrando todas sus ideas, aceptando, en su lugar, las del Partido. O’Brien deseaba transformarlo en lo que debería haber sido, un fiel seguidor al sistema, pero no es un loco: es un torturador feliz e inteligenet que hará todo lo necesario para perpetura su posición de poder.

Le dejan en libertad, mientras, embriagado en la ginebra sintética, escucha pero él ya sabe que lo único que hace es esperar a que la muerte le llegue en silencio, y entonces será como tantos otros… nunca habrá existido.

1984 presenta, además, todos aquellos medios mediante los cuales un sistema intenta controlar a sus ciudadanos. Por una parte, está la neolengua: una lengua híbrida, donde desaparecen sistemáticamente palabras que puedan inducir a un pensamiento contrario a los intereses del Gran Hermano y se crean nuevas que definan sus intereses. El lavado de cerebro, el lenguaje, la psicología y la inventiva encaminados al control fisico y mental de los individuos, la educación totalitaria de la juventud (los niños son educados para espiar a sus padres e informar, con el sistema de control de los antiguos países del este europeo, para luego convertirse en ciudadanos adaptados al sistema); todo vale en un estado donde el Partido Único es el único partido y su misión, perpetuarse en el poder. No tiene otro objetivo.

Sin duda, uno de los argumentos más interesantes de la novela es el concepto de que el individuo debe aprender a no juzgar los hechos transformados de la historia que el Partido Único va rehaciendo según sus intereses. Así, la historia deja de existir, siendo reescrita y existiendo solo el presente y el ahora. El individuo debe, además, ser capaz de “comprender” que los nuevos hechos, diferentes a los de hace años, meses, días u horas anteriores, son lo realmente cierto. Por ejemplo: en la novela, se reduce la ración de chocolate a 20 gramos. Antes eran treinta; pero, en la propaganda, se anuncia ahora que el Gran Hermano ha subido la ración de chocolate a 20 gramos. Se cambian los periódicos, revistas, las publicidades anteriores se suprimen, de tal forma que nadie podrá probar jamás que, alguna vez, se ofrecieron 30 gramos de chocolate, y que se rebajó su cantidad por persona.

Por otro lado, la necesidad de una guerra perpetua, para mantener al individuo en un estado de constante esfuezo y crear un círculo vicioso, es el alma central del control del Gran Hermano. Para éste, manipular mediante el patriotismo y crear un odio visceral contra el enemigo son formas muy útiles de mantener el control. Y, para vigilarlos a todos, no solo los micrófonos y cámaras por todas partes vigilan: también la Policía del Pensamiento, que sigue y busca para, según el término de la novela, vaporizar a quien haga falta. Simplemente, esa persona deja de existir; su nombre, su puesto laboral, desaparecen, sin dejar rastro. De nuevo el eficaz sistema de manipulación: ese hombre jamás existió, y nadie podrá dar pruebas de lo mismo.

En definitiva, una novela con la que muchos expertos han anunciado que el Gran Hermano, en muchos aspectos, se encuentra ya plasmado en nuestra sociedad. ¿Alguien habló de manipulación?

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4 Responses to George Orwell: 1984
  1. F Responder

    He encontrado tu post mientras estaba yo escribiendo el mío sobre 1984. Me gusta cómo resumes el libro, pero no sé, vienes a ser un “spoiler” y no aporta mucho más al lector que ya ha leído el libro, creo falta una reflexión final más profunda o simplemente tu opinión.

    • Julio Responder

      F: Bueno, a lo mejor tu artículo de Orwell arroja luz sobre aspectos que no están en el mío y desarrollas y conectas aspectos de la novela con el teatro, el cine, el posdomernismo o lo que consideres. Estaré pendiente y le echaré un vistazo. :grin:

  2. Chris Responder

    8) Dejen de pelear o llamo a la policia del pensamiento, no ya enserio, hoy termine de leer el libro y quiero comentar que te mantiene pegado a las paginas y es una montaña rusa de emociones, sublime. Pero al igual que animal farm te deja ese sabor de boca amargo pero muy esclarecedor. Gracias.

    • Julio Responder

      Llámala, que no va a dejar a nadie vivo, esos policías son los peores. :grin:
      Por cierto, es sublime, sí, y tremendamente real, ¿verdad? A mí también me dejó un regusto amargo porque no hay tanta diferencia entre la realidad y la ficción de la novela. Un abrazo. :grin:

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